Déjalo
hablar…
porque hay en su pasado un tesoro lleno de verdad, belleza y bien.
Déjalo
vencer… en
las discusiones, porque tiene necesidad de sentirse seguro de si mismo.
Déjalo
ir a visitar… a
sus viejos amigos, porque entre ellos se siente revivir.
Déjalo
contar… sus
historias repetidas, porque se siente feliz cuando lo escuchas.
Déjalo
vivir…
entre las cosas que ha amado, pues sufre sintiendo que le arrancamos pedazos de
su vida.
Déjalo
gritar…
cuando se ha equivocado, porque los ancianos, al igual que los niños, tienen
derecho a la comprensión.
Déjalo viajar… en el automovil de la familia
cuando van de vacaciones, porque el próximo año tendrás remordimientos de
conciencia si tu viejo ya no existe más.
Déjalo
envejecer… con el mismo amor con que dejas crecer
a tus hijos, porque todo es parte de la naturaleza.
Déjalo
rezar… como él o ella sabe y quiere porque el adulto mayor descubre la
presencia de dios en el camino que le falta recorrer.
y por favor, ¡déjalo ser!
“Saber envejecer es la obra maestra de la vida, y una de las cosas más
difíciles en el dificilísimo arte de la vida”
Henri-Frédéric Amiel
“La máxima felicidad del matrimonio, cosa que
los jóvenes ignoraran siempre, es la de envejecer juntos” Hermann Keyserling
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