Si eres pequeño, alégrate; porque
tu pequeñez sirve de contraste a otros en el universo; porque esa pequeñez
constituye la razón esencial de su grandeza; porque para ser ellos grandes, han
necesitado que tú seas pequeño, como la montaña para culminar necesita alzarse
entre colinas, lomas y cerros.
Si eres grande, alégrate, porque
lo inevitable se manifestó en ti de manera más excelente, porque eres un éxito
del artista eterno.
Si eres sano, alégrate: porque en
ti las fuerzas de la naturaleza han llegado a la moderación y a la armonía.
Si eres enfermo, alégrate: porque
luchan en tu organismo fuerzas contrarias que acaso buscan una resultante de
belleza, porque en ti se ensaya ese divino
alquimista que se llama el dolor.
Si eres rico, alégrate, por toda
la fuerza que el destino ha puesto en tus manos para que la derrames.
Si eres pobre, alégrate; porque
tus alas serán más ligeras: porque la vida se sujetará
menos; porque el Padre realizará en ti
más directamente que en el rico, el amable prodigio periódico del pan
cotidiano.
Alégrate si amas; porque eres más
semejante a Dios que los otros.
Alégrate si eres amado; porque
hay en esto una predestinación maravillosa.
Alégrate si eres pequeño,
alégrate si eres grande;
alégrate si tienes salud; alégrate si la has perdido.
Alégrate si eres rico, si eres
pobre, alégrate si te aman; si amas, alégrate; ¡alégrate, siempre, siempre,
siempre!
Amado Nervo
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